Salones de juego: falta de regulación, fuera de los planes de drogas y promocionados por deportistas insensatos.
Tras cinco años de masiva publicidad de las apuestas deportivas, vemos los resultados. En primer lugar tenemos nuevos “espacios de ocio” para gente joven acostumbrada a manejarse con videojuegos y compras en red, lugares promocionados por sanísimos deportistas con nula conciencia social.
En la llamadas “peceras”, las argucias son la norma: no hay relojes, ni ventanas, te ponen partidos de fútbol y te invitan a unos refrescos, “una prisión con barrotes de oro”, diría Charles Bukowski y, como resultado, el negocio se ha cuadruplicado en estos últimos cinco años.
Solo ofreceré un dato que recogí hace años, y es que el 75% de las personas jugadores compulsivas tienen ideación suicida, una debacle personal.
Desde otro ángulo, hay que recordar que el Plan de Drogodependencias en Castilla y León habla de “drogas” y no de “trastornos adictivos como la ludopatia”, por tanto siempre hemos quedado un tanto a a zaga en esta problemática.
Tras el último informe de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, sabemos que entre la población española de 15 a 64 años, el 0,4% de las personas sufre un uso problemático del juego y un 0,3% tiene un posible trastorno del juego.
Sorprende la Ley 6/2017, de 20 de octubre que, con la que, bajo la coartada de unificar criterios, finalmente se redujeron las cargas para estos locales. Fue una ley destinada a favorecer la implantación o mantenimiento de empresas de máquinas de juego y de salones de juego en Castilla y León, una ley que adjunta esa famosa frase de: “se suprime parte de la burocracia por una declaración responsable”.
El tema en principio no es tan sencillo porque, si establecen una regulación más restrictiva de la Salas de Juego, también tienen que hacerlo igualmente de los sorteos de la ONCE y de la Lotería Nacional, y en buena lógica sabemos que el Estado dejará de ingresar cuantiosos beneficios. Pero claro, no se puede estrangular solo a lo privado, y no a lo público.
Después de trabajar muchos años con personas con problemas de ludopatía, puedo sostener con vehemencia que una persona con estos problemas se arruina, pero también arruina a su familia, a sus amigos, arruina a la empresa, arrasa con todo.
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