Uno puede tener sus necesidades cubiertas y sentirse vacío, puede incluso tenerlo casi todo y sentirte sin sentido alguno.
De primeras nos viene a la memoria la conocida sentencia del emperador Severo: “Omnia fui, nihil expedit” (lo fui todo, nada vale la pena).
Puedes trabajar hasta la extenuación por llenar esos huecos agónicos que representan el vacío, puedes correr y correr con tal de alejarte de la angustia, puedes comer hasta reventar y solo alejarte un centímetro de la alienación del vacío hueco y frío que se siente en el pecho, puedes consumir drogas o medicamentos para poner tierra por medio de ese sentimiento tan desagradable, pero siempre vuelve, siempre retorna, es como un agujero negro que todo lo fagocita, el vacío retorna como un animal que se esconde pacientemente esperando su presa y que ataca en el momento más inesperado.
Puedes poner todas las medidas, trabajar, cumplir tus objetivos, que siempre se cuela por la puerta entreabierta.
Al vacío se le suele esperar en fechas señaladas como la navidad, pero tiene algo de crónico y previsible y también de impostor, una sensación de sentirse fuera de lugar a cada rato, incluso sentirse alejado de la propia familia, y de los amigos.
Tiene algo de triste pero también de incomprensible. Una mezcla de tristeza, confitada con insatisfacción, aderezada con cansancio y, por supuesto, envuelta en un papel de regalo llamado angustia. Y todo este cóctel puede emplatarse con una gran cantidad de falta de sentido, que es su guinda final.
Para solucionarlo habría que empezar por identificar esas cosas negativas, hablar, pedir ayuda, valorar lo que se tiene, las cosas con las que se disfruta. Pero sobre todo, más que llenarlo con cosas hay que llenarlo con significados, con el amor, dicen algunos. Con estar con quien te hace sentir bien. Pero en mi opinión, lo que un occidental tiene que saber es que “en algunas filosofías orientales como el budismo y el taoísmo, el vacío (Śūnyatā) aparece como un estado de realización, […] ya que se trata de un estado superior del ser humano y no de un estado de malestar.”
Hete aquí que volvemos a ver que la salud mental tiene casi todo de construcción social.
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1 comentario. Dejar nuevo
Yo así me siento desde hace ya mucho tiempo