Centennials, “rebelión o extinción”.
Los centúricos o centennials son los nacidos desde la mitad de la década de 1990 hasta mediados de la década de 2000, son la generación del control de los algoritmos frente al gran hermano que vigilaba con cámaras, de la definitiva profesionalización de la solidaridad, del exceso de burocracia bajo la coartada de la prevención, de la anglofilia, hablar inglés a toda costa aunque ellos, los ingleses, quieran saber poco de nosotros en forma brexit.
Los centennials vienen de familias posfamiliares, configuradas por el hijo único. Es una generación bien formada pero con menor transmisión de conocimientos por parte de otras generaciones. Son nativos digitales y atesoran la paradoja de ser la generación que más soledad percibe.
Es una generación con amplitud de miras en cuanto a la sexualidad, donde “él” y “ella” ya no son suficientes y se han propuesto nuevos pronombres (ze, zie, Eey, per) para designar a todos a aquellos que no encajan o no se sienten representados.
Los centennials tienen algo de autodidactas puesto que han aprendido con los tutoriales de YouTube, reciclan y, a diferencia de los millennials, que crecieron en el boom económico y bajo la cultura enjoy (solo hay que asistir a los festivales de verano como el Sonorama de Aranda Duero, donde 20.000 jóvenes millenials se disparan con pistolas de agua, para entender esa cultura enjoy), aquellos Centennials, en cambio, han crecido con las noticias de la larga crisis, saben que les hemos dejado las migajas del pastel y si hay una característica que debemos resaltar de esta generación por encima de todo es la de lucha contra el cambio climático.
No pocos centennials han despertado contra el rodillo del plástico, lo irrespirable de las ciudades y el deporte de mirar para otro lado cuando hay un problema, muchos menores de 18, unos chiguitos, se comunican y manifestan por todo el mundo puesto que manejan perfectamente las redes sociales y los idiomas.
Nativos digitales que desde la cuna comprenden las redes serán recordados y reconocidos con respeto por este despertar ecológico.
Gracias, centennials.
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