http://www.elnortedecastilla.es/palencia/nacer-familia-clase-20170925195909-nt.html
Entrevista sobre el libro: Ensayo sobre la desigualdad. ¿Qué nos queda todavía para ser felices? Publicado en el diaro Norte de Castilla el día 27 de septiembre de 2017.
Entrevista realizada por Fernando Caballero. Con el título:
«Nacer en una familia de clase media es un seguro de vida»
Consideró que estos años se habla de la desigualdad por la sencilla razón de que esta aumentó en la época de bonanza económica pero también en el posterior periodo de crisis, es decir, pase lo que pase, la desigualdad sigue creciendo y esto ha disparado las alarmas en muchos países.
Por otro lado las previsiones de los modelos económicos prevén que siga aumentando.
Esto se plasma por ejemplo en que nacer en una familia de clase media o acomodada es un seguro de vida.
Aunque uno no sea muy espabilado podrá desarrollar una buena carrera y tendrá una red de amistades y contactos fundamental para salir adelante. Un buen contacto es la diferencia entre que te contraten para un puesto de trabajo y no lo hagan; y qué decir de la riqueza y bagaje culturales: ir a un colegio privado supone una experiencia diferente, clases más reducidas, diferente actitud del profesorado y diferentes materiales, pero sobre todo las expectativas son radicalmente diferentes.
Si realizamos un análisis de las desigualdades, vemos claramente que no han mejorado en los países occidentales excepto en la igualdad genero, desde la carta de las Naciones Unidas en 1945 los cambios han sido muy grandes y todavía queda por mejorar.
En las sociedades más desiguales aumentan las enfermedades mentales menores, como la depresión o la ansiedad.
La cuestión es por qué pasando las mismas pruebas diagnósticas en ciudades diferentes del mundo, encontramos que en una ciudad de EE UU hay cinco veces más enfermes que en una ciudad de Asia, estos estudios pusieron claramente sobre la mesa que hay unas sociedad más sanas que otras.
En los países más desiguales hay más personas con obesidad, más gente en los centros penitenciarios, se dan más casos de embarazos de adolescentes, y también, los indicadores ponen de manifiesto un bajo rendimiento académico y un triste aumento del clasismo, es decir importa más el tipo de familia en la que nazcas para salir adelante.
Los países más desiguales puntúan más en violencia y se suele dar mayor desafección política
Pero el mayor problema es que se desprecie al que fracasa y este se avergüence y se aleje del colchón que supone la sociedad, el grupo, etc…
Decía Ashley Montague que “La sociedad del hombre ha sobrevivido porque la cooperación de sus miembros ha hecho su supervivencia posible”.
Vivimos en un mundo globalizado, impregnado de la ideología del neoliberalismo,
donde no hay alternativa al capitalismo y donde entendemos que siempre existirá un
cierto grado de desigualdad.
Pero por eso mismo hay que saber asumir los retos que
plantean los problemas de nuestra sociedad, como por ejemplo cómo tratar la excesiva y
desproporcionada desigualdad que según las previsiones seguirá aumentando en los países occidentales, o cómo tratar la ponzoña de los paraísos fiscales; una necesidad de
control que tendría como efecto poder invertir mucho más en infraestructuras y en
servicios, pero sobre todo en sanidad, educación y en cobertura social, sin lugar a dudas
los tres pilares de la equidad en una sociedad.
La igualdad es imposible, siempre habrá cierto grado de inequidad, pero de lo que ahora se trata es que esas desigualdades no sean elevadísimas.
El ser humano es un ser social y por tanto desarrolla su vida interaccionando con otros
individuos, y esta comunicación le define. Por lo tanto, la comunicación y el apoyo
mutuo son la base de la sociedad en general y también del individuo en particular,
puesto que dan sentido a nuestras vidas.
De ahí la importancia de los enfoques relacionales, de exteriorizar los problemas dentro de una dimensión sociocultural y no tratar exclusivamente desde un enfoque intrapsíquico.
Si, de hecho la pregunta más frecuente en estos últimos años en Salud Mental es si la crisis
ha provocado o no un aumento de los trastornos. Es lícito pensar que la inestabilidad
económica continuada en el tiempo provoca malestar y una sintomatología difusa: uno
duerme peor, se está más nervioso, irritable, incluso hostil, hay mucha más tensión en
las familias, se da mucha más frustración, etc… Pero también vemos que no
necesariamente se tiene que producir una situación de desempleo para que una persona
padezca cuadros de ansiedad; el simple miedo a poder quedar en el paro puede generar
la suficiente angustia como para desarrollar el problema.
Es buena pregunta puesto que no hace mucho la depresión como tal, ni existía, nos tendríamos que remitir a la melancolía. Durante estas últimas décadas el número de enfermedades ha aumentado espectacularmente.
Con Philippe Pinel (1745-1826) se inicia la medicina llamada inicialmente alienista,
apoyada con su célebre libro Traité Médico-Philosophique sur l’aliénation mentale en
melancolía simple; 2) la manía; 3) la demencia; 4) la idiocia. Con el paso de los años
hemos asistido a un crecimiento vertiginoso de esta clasificación, pasando de las 106
categorías de trastornos que podíamos encontrar en el Manual Estadístico de los
Trastornos Mentales DSM-I (1952) a los 180 trastornos mentales del DSM II de 1986.
El DSM II-R del año 1987 daba cobijo a nada menos que 292 enfermedades o categorías diagnósticas que siete años después pasaron a ser 357 trastornos que aparecen en el al
DSM-IV (1994). Ya llevamos varios años con el DSM-5 (2014).
Actualmente se habla más que nunca de falsas epidemias, la invención de enfermedades, o nuevos y atractivos conceptos como el
disease mongering (las farmacéuticas fomentan y «promocionan enfermedades»
inofensivas para aumentar su gravedad con fines lucrativos, es una expresión traducida
también como «traficar con enfermedades»), un concepto acuñado por Lynn Palmer en
1992 que nos apunta nuevamente a la mercantilización de las enfermedades.
La Asociación Patronal de Acción Social, que agrupa a las ONG de toda España, ha sido, a mi modo de ver, pionera en este sentido, ya que existe un acuerdo tácito según el cual quien más
gane dentro de la organización no podrá captar más de cuatro veces el sueldo más bajo
(4:1).
Este es un ejemplo sencillo de cómo se pueden corregir las desigualdades.
Pero la solución más comentada ha sido la redistribución de rentas vía impuestos, también ha aumentado el debate sobre la renta básica de subsistencia.
Cada vez se habla más de la economía del bien común al consumo colaborativo y hay muchísimas propuestas que tienen que ver con la ecología y el urbanismo, con la ciudad policéntrica.
Soluciones que tienen que ver con el control de la industria farmacéutica y sobre todo fomentar la participación, el asociacionismo y la vecindad.
Tiene que ver con que el contacto con los demás y cierta equidad, y saber que aportar a la comunidad tiene que ver con la felicidad.
Roberto Melipillán y Félix Cova, en su estudio Materialismo y su relación con soledad
y maquiavelismo (2010), sostienen que «las personas más materialistas se caracterizaron
por presentar mayores puntajes en la escala de soledad, son más desconfiadas, y
presentan una mayor disposición a establecer relaciones sociales instrumentales».
Kasser (2002), en su libro The high Price of materialism, nos volvía a recordar que las
personas cuyos valores se centran en la acumulación de riqueza o posesiones materiales
se enfrentan a un mayor riesgo de infelicidad, incluyendo ansiedad, depresión, baja
autoestima y problemas con la intimidad, independientemente de su edad, ingresos o
cultura.
Sabemos que las personas más felices son las que realizan aportaciones a la sociedad o a
su comunidad, y en la mayoría de los estudios sobre el difícil tema de la felicidad,
donde entran en juego cuestiones subjetivas, la relación con los demás, la empatía y la
compasión son aspectos centrales para explicar nuestra propia felicidad.
Las cookies necesarias son absolutamente imprescindibles para que el sitio web funcione correctamente. Estas cookies garantizan las funcionalidades básicas y las características de seguridad del sitio web, de forma anónima.
Las cookies funcionales ayudan a realizar ciertas funcionalidades como compartir el contenido del sitio web en las plataformas de las redes sociales, recoger opiniones y otras características de terceros.
Las cookies de rendimiento se utilizan para entender y analizar los índices de rendimiento clave del sitio web, lo que ayuda a ofrecer una mejor experiencia de usuario a los visitantes.
Las cookies analíticas se utilizan para entender cómo interactúan los visitantes con el sitio web. Estas cookies ayudan a proporcionar información sobre las métricas del número de visitantes, la tasa de rebote, la fuente de tráfico, etc.
Las cookies de publicidad se utilizan para ofrecer a los visitantes anuncios y campañas de marketing relevantes. Estas cookies rastrean a los visitantes en todos los sitios web y recopilan información para ofrecer anuncios personalizados.
Otras cookies no categorizadas son aquellas que están siendo analizadas y que aún no han sido clasificadas en una categoría.