Dr. Fernando Pérez del Río
Por algún extraño motivo, en nuestro funcionamiento diario, tenemos cierta tendencia a ir dejando a un lado lo incómodo, y no es de extrañar que ciertos grupos humanos lleguen a ser silenciados, y lo peor que podemos hacer, es precisamente quitarles la palabra.
A pesar de las adversidades cotidianas, el reverso al silencio lo tenemos en algunos que no se olvidan, como Iñaki Markez y Cristina Iñigo los coordinadores de la “Guía: Atención y tratamientos en prisión por el uso de drogas” (Bilbao, 2012). Dados a la unión antes que a la separación, han juntado a diferentes profesionales en el Grupo de Salud Mental en Prisión (GSMP), grupo integrado por miembros de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN) y la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria (SESP).
Para valorar la importancia de lo que ocurre en las prisiones nada mejor que ofrecer algún dato, en primer lugar entre 24% y un 40% de los que entran en prisión, un mes antes, habían consumido heroína y cocaína, y entre un 10% y un 36% de los internos son consumidores regulares (Encuesta Estatal, ESDIP, 2006). El problema no es baladí puesto que en las 77 cárceles que hay en España hay menos plazas que población reclusa, curiosamente y según la propia Guía, “hay una falsa idea de que la justicia mete a poca gente en la cárcel. España tiene una de las tasas más bajas de delincuencia. En 2008 se realizaron 47 infracciones penales por cada mil habitantes, 22 puntos más bajo que la media de la Unión Europea que tiene 70,4. España está lejos de países del entorno como Suecia 120 infracciones. Reino unido 101 RU. […] Lo cual resulta muy contradictorio con la elevada tasa de encarcelamiento. Según la Guía debido a la reforma del código penal en 1995”.
De manera sintética, la prisión está diseñada casi en exclusiva con un método conductista donde no se favorece ni el hablar ni mucho menos el escuchar, un método que fomenta la perpetua infantilización donde para progresar habrá que adaptarse a ella. Conforme a lo que se acaba de apuntar no resulta nada extraño encontrar alienación por un lado y, de otra mano un progresivo alejamiento de la sociedad lo que dificulta la reinserción.
Pero ante este complicado paisaje, podemos decir sin lugar a dudas, que se ha mejorado mucho la calidad de vida de los reclusos, sobre todo en estas últimas décadas.
Siempre han existido y posiblemente existirán dos tendencias de actuación, por un lado está la posibilidad de endurecer las penas y por el otro plantear alternativas terapéuticas y como se puede advertir, esta guía apuesta por la segunda vía.
La mejora de los Centros penitenciarios ha sido importante en estas últimas décadas y las aportaciones de las diferentes ONG como Cruz Roja, Proyecto Hombre, etc., han sido fundamentales. Se han implantado numerosos programas de reducción de daños, programas de mantenimiento de metadona, intercambio de jeringuillas, se ha ofrecido apoyo jurídico, se han creado módulos de respeto, comunidades intra-penitenciarias, se han potenciado programas psicológicos para la adicción a diferentes tipos de sustancias, programas destinados a mujeres, a la motivación, al tratamiento psico-educativo para al uso del tiempo, programas para preparar la vida en la calle. En la Guía, a parte de los programas, también se abordan otros temas como el manejo de la conducta agresiva, el género, aspectos éticos, siempre desde una perspectiva rigurosa y positiva: “el paso por la cárcel puede y debe convertirse en una oportunidad para acercar la sanidad a personas que hasta el momento de ingresar en prisión no habían tenido contacto con el sistema, e iniciarles en la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad”.
Pese a que estas personas hayan sido condenadas, y pese a que las conductas por las cuales han entrado en prisión sean censurables, no cabe duda de que hay que trabajar con ellas, con firmeza, pero también con cercanía y humildad. Pero a buen seguro no nos olvidamos, porque al final como decía Cicerón “recuerdo incluso lo que no quiero”, y ya sabemos que el recuerdo siempre nos persigue.
Desde un punto de vista general, la publicación de un libro siempre es una buena noticia, pero es una noticia aun mejor si es de fácil manejo, abierta y con un espíritu comunitario. Con amplitud de miras esta guía sigue la línea de los que sostienen que el tratamiento debe estar por encima del régimen. Que así sea.
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