Detalles insuperables
Hace poco, una redactora del Correo de Burgos escribió una columna sobre una amiga suya que colecciona objetos que encontraba en los libros que cogía prestados en la biblioteca; buscaba pequeñas sorpresas y tesoros perdidos por azar o dejados intencionadamente: hojas de árboles, poemas, etc… Una columna preciosa que me recordó a la película Amelie.
Recojo el testigo y ofrezco una lista de las pequeñas cosas placenteras, en esta ocasión intentaremos apreciar la grandeza de las cosas más pequeñas. Aquí va mi lista:
Pasar la esponja enjabonada a un niño recién nacido y decirle cosas bonitas.
Ponerte una camiseta suave y a a la par quitarte los zapatos que aprietan tanto.
Contemplar la vía láctea en un pueblo muy pequeño.
Reencontrarte por casualidad con ese compañero que tanto apreciabas y conversar con él un rato.
Ver ponerse el sol rodeado de gente a la que quieres.
El olor de la hierba fresca recién cortada.
Despertarte un domingo y que vengan los niños a meterse en la cama contigo.
Encontrarte una nota de algo que pensabas hace muchos años.
Poder cantar con los amigos y que te importe un comino cantar fatal.
Hacer una fiesta alrededor de una chimenea.
Una mirada cómplice.
Unas sábanas limpias y sobre todo, sin arrugas.
Recibir un regalo inesperado.
Besar a la chica que quieres bajo una tormenta de verano.
Organizar una fiesta sorpresa a alguien a quien aprecias de verdad.
Preparar una ensalada riquísima de siete colores.
Hacer algo bueno por los demás.
Un clásico en este terreno es echarse una siesta de las gordas.
Encontrar la belleza en un lugar inesperado: la planta que nace de una tubería, el reflejo de la luz sobre un charco de aceite…
Cocinar el sábado por la mañana y mientras esperas a que la comida esté lista, abrirte una cerveza.
Agradecer lo que tenemos y agradecer que estamos vivos.
Otro clásico es tocar la arena de la playa suavemente con las yemas de los dedos y después, “añado”, irte al chiringuito.
Contemplar las gotas caer al otro lado de una ventana y quedarte obnubilado.
Que acaricien tu mano por debajo de la mesa durante una comida.
Hacer con unos niños algo inútil que no sirva absolutamente para nada.
Despertarte tras un sueño hermoso.
Terminar de escribir una columna pensando que pueda gustar.
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