Niños turbocursillos.
En relación a los niños que van a cursillos sin freno alguno, quizá lo más llamativo sea que el tiempo de ser autodidacta ha desaparecido definitivamente de nuestra sociedad.
En cuanto a los niños turbocursillos nos podemos preguntar: ¿podrían realizar obras creativas sin la supervisión de un monitor guía? o ¿qué consecuencias tiene que se les lleve a cursos de iniciación de cualquier cosa?
Asistimos a una sociedad en la que se valora la formación continua pero, por otro lado, ya no es importante la herencia paterna de conocimientos.
En la piscina veo cientos de niños en cursillos, y hace no mucho conversé con otro padre que estaba enseñando “él mismo” a nadar a su hijo. Me dijo: sé que mi hijo tardará diez veces más en aprender a nadar si yo le enseño, pero quiero que sea su padre quien le enseñe a nadar y no en un cursillo. Miré, por un lado, a los otros niños tiritando en fila antes de saltar y, por otro, a este padre jugando con su hijo en el agua.
En el otro extremo tenemos al padre turbocursillo de actividades extraescolares, que son legión abrumadora y que, con buena fe, desean solucionarles “todo” lo antes posible a sus hijos, como forma de protección y de que no sufran ni se frustren pero, obviamente, sin involucrarse directamente ellos mismos en tales actividades.
Una hipérbole formativa interminable en forma de cursillos -cocina, música, juegos, etc.- donde la tan deseada autonomía personal, el valerse por sí mismo, y la toma de decisiones quedan relegadas y se reducen a escoger entre un curso y otro, sin duda, un cúmulo abrumador de experiencias que conlleva el riego de matar el deseo del niño.Asimismo, realizar un sin fin de actividades puede ser una forma de evitar el vacío y tapar la angustia de los propios padres, eso está claro, pero hay que recordar que es más difícil encontrar el sentido de las cosas y crear cuando saltas cansado de cursillo en cursillo y no hay silencio. La creación necesita silencio.
Lo que falta precisamente es la continuidad en las cosas.Saber que algún día llegará…, frente a la cultura del presentismo, frente a las actividades diarias sin freno, como esas bicis sin frenos que están de moda y zigzaguean veloces por la ciudad.
Estamos en la época de los cagaprisas, los cursos de iniciación, la competición, los tutoriales en YouTube, y el “yo mismo me miro el ombligo depilado”, donde es intolerable perder el tiempo o aburrirse, como si el tiempo se pudiera perder…
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